sábado, 11 de abril de 2015

Date tiempo...

Muchas veces escuchamos la frase "no tengo tiempo", se la escuchamos decir a las amas de casa, a los empleados de cualquier empresa, a los jefes, a los ejecutivos,a los profesionales de cualquier área, a los estudiantes, a todos en general, a partir de que comienzan las responsabilidades. Cuando vamos dejando la niñez.Y es que aún en esa etapa de la vida, muchas veces ya tenemos pequeñas grandes responsabilidades como  la escuela o algo de tarea en la casa, sin embargo, los chicos siempre se dan tiempo para jugar, siempre que los adultos los dejan, por supuesto. Para un niño es tan necesario jugar como aprender hábitos, estudiar o colaborar en casa. El juego en el niño es parte imprescindible de su aprendizaje. Es su ensayo para la vida adulta, es su espacio para soñar, para visualizar y crear. Es en el juego donde se empieza a vislumbrar mucha de su futura vida, se manifiestan gustos personales, su habilidad para hacer amigos y sociabilizar, su capacidad creativa, su rica vida interior etc. Ahora bien, ¿qué sucede cuando ya no somos niños? Las responsabilidades le van quitando más y más tiempo a la diversión,  a lo lúdico, no solo está mal visto que seamos juguetones, sino que hasta es una "falta de seriedad" y "pérdida de tiempo". Buscando ser equilibrados perdemos el equilibrio y la capacidad de reírnos de nosotros mismos, las ganas de reír fácilmente, la poca importancia que le damos al ridículo cuando somos chicos. Vamos convirtiéndonos en seres cada vez más alejados de nosotros mismos.
Como consecuencia de tanta seriedad, nos salen arrugas no solo en la cara sino en el alma, no podemos conectar con lo simple, con lo natural, con lo espontáneo. No podemos conectar con las emociones, con el otro, y claro, ¿cómo vamos a conectar con el otro si estamos desconectados de nosotros mismos?
Por eso, y antes de que la vida se cobre con muy alto precio esa falta de niñez e ingenuidad, de frescura y simplicidad que teníamos... te hago esta reflexión: DATE TIEMPO 
Date tiempo para amar, para reír, para soñar, para compartir con tu familia y amigos, para servir, para salir a jugar con tu mascota, para ver una película que te guste, para bailar, para cantar, para ir de paseo o de compras, para charlar con el vecino, para visitar personas que necesitan tu presencia, para esas "pequeñas cosas" de las que está compuesta la vida.
No digás siempre "no tengo tiempo" porque el reloj corre implacable y un día se cumplirá tu tan repetida frase y encontrarás que realmente ya NO TENÉS TIEMPO. 

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